Una
caña por favor!!!
Si
en el bar el rey es el café la reina no puede ser otra que la
cerveza.
“tirar”
una cerveza, todo un arte que es sinónimo de calidad profesional. La
respuesta es muy simple: con uno o dos dedos de espuma. La espuma
protege al líquido y evita que éste se oxide ayudando además a
retener y resaltar los aromas y el gusto algo que antiguamente se
conseguía utilizando unas tapas que tenían las jarras.
La
espuma es una buena señal de que la cerveza está bien estabilizada
y cuyo proceso de fermentación se ha completado correctamente. Una
buena fermentación debe descomponer los azúcares y el almidón en
alcohol y gas carbónico que al desprenderse debe formar la espuma.
La espuma ideal debe ser brillante, debe permanecer en el tiempo
antes de desvanecerse y debe dejar también su huella en forma de
aros en las paredes del recipiente.
Por
esa razón, la forma de tirar la cerveza y, por tanto, de formar
espuma es muy importante.
Aunque
las jarras de cerámica son piezas muy valoradas por los
coleccionistas y son muchos los que beben la cerveza de estos
recipientes, es aconsejable utilizar uno de vidrio, cuanto más fino
mejor. El cristal nos permitirá apreciar mejor la transparencia de
la cerveza, su color, su aroma e incluso su olor. De los envases de
vidrio la copa es, sin duda, el mejor ya que se puede coger por el
pie evitando así que se caliente la cerveza.
Una
cerveza de fermentación baja bien “tirada”, como las rubias
pilsen, las más populares en España, debe presentar una buena capa
de espuma compacta, blanca, densa y cremosa. Debemos tener cuidado
introduciendo el grifo o el cuello de la botella cerca de una de las
paredes laterales de la copa que debemos inclinar ligeramente (unos
45º). De esta forma se consigue que la cerveza se bata suavemente en
el fondo del recipiente. Cuando el líquido y la espuma alcanzan el
borde de la copa es conveniente parar un momento para que la espuma
descienda ligeramente y a continuación volver a verter la cerveza
hasta que se llene el recipiente. Es importante también controlar
que la copa no se desborde, evitar que la cerveza se derrame por
fuera de la copa.
Para
las pilsen, así como otras lager, las mejores copas son aquellas con
bocas más cerradas. También se pueden disfrutar plenamente servidas
en vasos pequeños adaptados para servir cañas como los que se ven
en prácticamente todos los establecimientos de España.
Para
las cervezas de fermentación alta y las lambic, en cambio, son más
apropiadas las copas más grandes y con bocas más abiertas.
Los
expertos recomiendan que el recipiente esté algo frío pero recelan
de la costumbre en algunos establecimientos de servir durante los
meses más calurosos la cerveza en copas o jarras heladas que
dificultan la formación de espuma. La fina capa de hielo impide el
batido correcto de la cerveza al impactar sobre el vidrio. Por tanto,
más que la copa, lo que debe estar bien frío es la cerveza.
Las
cervezas rubias más populares en nuestro país deben consumirse a
una temperatura no inferior a los 4º C si bien es cierto que en
otras zonas de Europa con clima más frío que el de España se
acostumbra a beberla a temperaturas algo superiores.
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